Miedos y fobias. Palabras más que incorporadas en nuestro vocabulario. Todos podríamos decir qué sabemos de qué se trata. No obstante, para las personas que lo sufren, su definición sobre cómo se sienten y cómo son sus vidas, generaría en muchos de nosotros (los que no sufrimos fobias ni ataques de pánico) una compresión mayor sobre las dimensiones de este problema, cada vez más frecuente en las vidas de muchas personas.
Uno de los motivos de consulta más habituales en el ámbito de la psicoterapia sería el que hace relación a los miedos, al pánico y a las fobias. Es interesante saber en qué consisten y por qué es necesaria una intervención temprana en la persona que presenta tales síntomas, ya que, en la mayoría de los casos, el miedo va cogiendo terreno y puede evolucionar hasta el punto de reducir la rutina y empobrecer su calidad de vida.
Todo el mundo sabe algo sobre el miedo. Más concretamente el miedo es una emoción natural. Todas nuestras emociones cumplen una determinada función en nuestra supervivencia física y psicológica. No se trata sólo de que el miedo sea una emoción normal, si no que también es una emoción esencial. Lo que sería muy peligroso es no tener miedo a nada. El miedo es un mecanismo de defensa básico y su principal función es la de protegernos. El problema aparece cuando el miedo de desarrolla de manera desadaptativa e incapacitando a las personas en el desarrollo de actividades normales de la vida diaria.
Los miedos y las fobias de la infancia al instalarse suelen detener el desarrollo de la persona, creando el camino para el inicio de futuras fobias.
Según las estadísticas, el 30 por ciento de la población sufre de alguna fobia, muchos le restan importancia como para que esto no impida el normal desarrollo de la vida cotidiana pero desde hacer un examen, hasta viajar en avión o presentarse para solicitar un trabajo les genera temor. Es decir, situaciones que parecen tan comunes para algunos, no pueden llevarse a cabo para otros sin un tratamiento psicoterapéutico que lo acompañe y le ayude a disolver y elaborar la sintomatología de base.
Los miedos y las fobias de la infancia son muy frecuentes, de tanto serlo se los ha considerado normales y se les resta importancia. Aún si sólo permanecieran en la infancia pero durante largos períodos, es necesario cuidar su evolución, pues al instalarse suelen circunscribir el campo de la acción y pueden, además, detener el desarrollo y madurez adecuada en las personas, creando el camino propicio para futuras fobias. Diferenciamos a continuación, miedo y fobia.
El Miedo se produce ante un objeto o hecho real que lo estimula y desata, es un temor lógico. La angustia aparece como una señal de alarma, como un semáforo con un timbre que suena a la salida de un estacionamiento y debemos frenarnos por unos instantes, por ejemplo.
La Fobia, (miedo irreal) en cambio, es más intensa, elige un objeto o situación en la que fijarse, es productora de mucha angustia, y puede permanecer intacta durante todo el tiempo o puede desplazarse a otros objetos. Sus síntomas son más fuertes y generalizados y puede abarcar una enorme cantidad de objetos y/o situaciones
La palabra fobia, va más allá. Nosotros podemos tener cierta aversión a las ranas, a las arañas, a los aviones, mansiones antiguas…etc o a cualquier otra cosa que pueda olerse, verse, sentirse… Pero esto no constituiría una fobia. La fobia sería el miedo irreal, el proceso a través del cual una situación o experiencia me produce agobio y no sé por qué. Se describen como miedos irracionales a ciertos objetos o situaciones, lo que sugiere más que una ligera irritación o desagrado. Lo que hace de la fobia un problema es el grado de miedo y/o ansiedad que a mí me genere una situación.
Las fobias pueden dividirse en tres grandes grupos:
- Miedo a elementos específicos, animales…(ratones,serpientes…), insectos…
- Miedo a determinadas situaciones, como encontrarse en lo alto de un edificio, dentro de un espacio reducido, en el trabajo, en un avión…
- Miedo a una enfermedad específica o a la muerte.
También es preciso destacar un tipo muy común de fobia, Agorafobia: miedo intenso de sentirse atrapado en una situación, especialmente en lugares públicos que se combina con el abrumante miedo de sufrir un ataque de pánico en un lugar desconocido. La palabra agorafobia en griego significa literalmente «miedo a la plaza pública».
Por lo general, las fobias son padecimientos angustiantes crónicos (a largo plazo) que no permiten que la persona realice actividades normales o vaya a lugares ordinarios y pueden causar serios problemas como la depresión. De hecho, por lo menos la mitad de las personas con fobias y trastornos de pánico también sufren de depresión. El alcoholismo, la pérdida de productividad, los secretos y los sentimientos de vergüenza y baja autoestima con frecuencia aparecen cuando se tienen estos síntomas fóbicos. Para algunas personas es imposible salir o hacer algo fuera de sus casas sin la ayuda de alguien en quien confíen.
¿Qué significa «tenerle miedo al miedo»?
Muchas de las personas que sienten fobias o trastorno de pánico le «tienen miedo al miedo» o se preocupan de cuándo les va a dar el ataque siguiente. El miedo a sufrir más ataques de pánico puede hacer que la persona lleve una vida muy limitada. Las personas que tienen ataques de pánico con frecuencia comienzan a evitar las cosas que creen desencadenan sus ataques y dejan de hacer las cosas que antes hacían o dejan de ir a los lugares que antes frecuentaban.
- La ansiedad, las obsesiones y los ataques de pánico son los síntomas más destructivos y que más coartan la libertad de movimientos en las personas que sufren miedos irracionales.
En muchos casos cuesta diferenciar entre el miedo infantil que va evolucionando con la madurez y el miedo irracional o fobia. Podríamos decir que una de las causas principales de una fobia podría ser una inmadurez o desarrollo evolutivo no resuelto, unos padres excesivamente protectores cuyos mensajes de miedos hemos ido adquiriendo y haciéndolos nuestros. Sea como sea, lo que sí es cierto es que todas estas actitudes con las que actuamos cuando decimos “tengo miedo” no es más que una conducta aprendida, una necesidad de identificarme y funcionar bajo esa identidad o “status”, una postura cómoda quizás ante las adversidades o un “miedo o pudor” a las grandes responsabilidades (en el caso de una inmadurez psico-afectiva).
El tratamiento más adecuado es comenzar a liberarnos para poder responsabilizarnos y vivir sin “topes”, es decir, enfrentarnos a los miedos. La psicoterapia y el apoyo familiar son fundamentales. Es por ello que una adecuada evaluación psicológica y por tanto, una intervención temprana en psicoterapia son cruciales para el tratamiento de fobias y ataques de pánico y, en definitiva, ayudar a restablecer un modo de vida más satisfactorio.
Charo Lobato
Psicóloga-Psicoterapeuta